viernes, 26 de septiembre de 2014

Un planeta con vapor de agua fuera del Sistema Solar



HAT-P-11b es el mundo más pequeño del que se ha determinado su composición química. 
 
 
Recreación artística del planeta HAT-P-11b delante de su estrella.
Recreación artística del planeta HAT-P-11b delante de su estrella. NASA/JPL Caltech


La atmósfera del planeta HAT-P-11b, situado fuera de nuestro sistema solar, contiene vapor de agua. Así lo asegura un equipo internacional de astrónomos que ha logrado determinar su composición química a pesar de que este mundo se encuentra nada menos que a 124 años luz de distancia. Aunque tiene un tamaño cuatro veces superior al de la Tierra, se trata del planeta extrasolar más pequeño del que se ha logrado determinar parte de su composición química.
La descripción de la atmósfera de HAT-P-11b se publica esta semana en la revista Nature, en una investigación que pone de manifiesto los grandes y rápidos progresos que se están produciendo en el estudio de estos lejanos mundos. Desde que en 1995 los científicos Michel Mayor y Didier Queloz descubrieran el primer planeta fuera del Sistema Solar, se han localizado más de 1.500 con una gran variedad de tamaños y características.
Los autores de este estudio, liderados por Jonathan Fraine y Drake Deming, combinaron datos de tres telescopios espaciales de la NASA. Examinaron los datos recabados por Hubble y Spitzer entre julio de 2011 y diciembre de 2012, y los compararon con los obtenidos por Kepler, que continuamente monitoriza la región del cielo en la que está HAT-P-11b.
Hay varias maneras de encontrar exoplanetas, siempre de forma indirecta, pues están demasiado lejos como para realizar observaciones directas. Una de las técnicas más usadas consiste en detectar la presencia de un planeta por los cambios que experimenta su estrella cuando éste pasa delante de ella. 


Recreación del aspecto que podría tener la atmósfera de ese planeta cuya composición ha sido determinada.

Cuanto más grande es un planeta, más visible es esa especie de eclipse que se produce y, por tanto, más fácil resulta detectar su presencia. Por otro lado, la cantidad de radiación de la estrella que es absorbida por la atmósfera del planeta puede revelar los elementos químicos que hay en esa atmósfera, pues esos componentes dejan una especie de huella que sirve a los científicos para identificarlos tras realizar complejas mediciones.
Con este metodo, llamado espectroscopía de transmisión o de absorción (Transmission spectroscopy en inglés), detectan átomos y moléculas en las atmósferas. Con él habían logrado estimar parcialmente la composición de mundos de gran tamaño, tanto como el gigante Júpiter. El objetivo de este estudio era investigar los elementos químicos de cuerpos más pequeños. HAT-P-11b, algo más grande que Neptuno, sería el más pequeño de los descritos químicamente hasta ahora. Según explican los científicos, detectaron una gran cantidad de hidrógeno y cantidades significativas de vapor de agua.

 

Un mundo con una temperatura de 600º C
HAT-P-11b está en la Constelación de Cygnus y se encuentra muy cerca de su estrella. Los científicos del Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica que lo descubrieron en 2009 determinaron su tamaño y estimaron su temperatura en unos 600ºC. Su estrella es más pequeña y menos luminosa que nuestro Sol (comparada con el astro rey, su radio es del 68% y tiene una luminosidad de sólo el 26%).
Según comenta a EL MUNDO Jonathan Fraine, investigador de la Universidad de Maryland (EEUU) y autor principal del estudio publicado en Nature, «es muy improbable que este planeta albergue algún tipo de vida como la que conocemos en la Tierra, sobre todo porque realmente no tiene una superficie en la que pueda desarrollarse».

 

El origen de los planetas
La composición química de la atmósfera de los planetas extrasolares, dicen los autores de este estudio, ofrece claves para entender cómo se formaron y evolucionaron. Y los astrónomos quieren averiguar si esos mundos se originaron de la misma forma que lo hicieron los del Sistema Solar.
«Las ideas que tenemos sobre la formación de los planetas han sido desarrolladas para que coincidan con las de nuestro sistema solar. Pero no sabemos si otros sistemas planetarios se comportan de la misma manera», señala Drake Deming, coautor del estudio, en una nota de prensa. «Queremos averiguar si los planetas pequeños son ricos en elementos pesados, como el oxígeno, en el vapor de agua», añade.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Una mirada telescópica al cielo



Esta programa de Tres14 se centra en los telescopios del futuro que podrían desvelar muchas más cosas del Universo. ALMA, E-ELT, LISA, JWST son los nombres de una nueva generación de telescopios que se están construyendo. Gigantes y muy sofisticados podrían adentrarse en los misteriosos agujeros negros, llegar a ver en los confines del Universo, e incluso podrían dar pruebas de la existencia de vida más allá de la Tierra. ¿Qué retos plantea la construcción de estos colosos? Tres14 lo analiza con Adrian Russell, Colin Cunningham y Alberto Lobo. Los tres expertos explicarán la tecnología que se esconde y que da vida a los telescopios del futuro. Junto con los astrofísicos Jorge Casares y José Cernicharo que contarán cómo podrían los telescopios revolucionar nuestro conocimiento del Universo.

India está a punto de estrenarse en Marte con una sonda espacial

 
 


La flotilla de sondas espaciales desplegada en Marte está a punto de incorporar dos nuevas naves que llegarán en los próximos días: una de ellas, la Mars Orbiter Mission (MOM), es la primera nave india de exploración interplanetaria con destino al planeta rojo y está previsto que se ponga en órbita allí el próximo 24 de septiembre. La otra es de la NASA, la Maven, y llegará unos días antes, el 21, tras recorrer 711 millones de kilómetros desde que partió de la Tierra. Las dos fueron lanzadas en noviembre del año pasado, aprovechando las posiciones planetarias favorables de viaje con la mínima energía desde la Tierra a Marte, oportunidad que se da cada dos años aproximadamente. La MOM está concebida por India fundamentalmente como un ensayo de tecnologías necesarias para los viajes interplanetarios; la Maven es una misión de bajo coste de la agencia estadounidense específicamente diseñada para estudiar la atmósfera y el pasado climático del planeta vecino.
India, que ya se ha estrenado con éxito en la Luna, quiere cumplir ahora el que parece ser el lógico siguiente paso, Marte, adelantándose así a su rival asiático, el gigante chino. Si la MOM se pone en órbita con éxito, India se convertirá en la cuarta potencia espacial capaz de operar en el planeta vecino, tras la extinta Unión Soviética, Estados Unidos y Europa.
“Uno de los objetivos principales de la primera misión de India en Marte es el desarrollo de tecnologías que se requieren para diseñar, planear, gestionar y operar una misión interplanetaria”, explica la Organización India de Investigación Espacial (ISRO), responsable de la MOM. Así, con la llegada al planeta rojo, se han cumplido parte de los objetivos, incluido el viaje. Si todo va bien en la puesta en órbita, dentro de diez días, tomarán protagonismo, además, los objetivos científicos de la sonda: “Exploración de los rasgos de la superficie marciana, la morfología, la topografía y la atmósfera marcianas”, resume la ISRO. Para ello, lleva dos cámaras (una de color y otra térmica), dos sensores de composición atmosférica y un analizador heredado del que llevó la misión india en la Luna Chandrayaan-1.


La MOM, apodada Mangalyaan, (en sánscrito significa nave de Marte), es un artefacto de 1.300 kilos en el lanzamiento y con forma de cubo de 1,5 metros de lado; partió con un cohete PSLV-XL, también indio, desde el Centro Espacial Satish Dhawan, en Sriharikota. El coste de la misión ronda los 60 millones de euros y está previsto que funcione en el planeta vecino entre seis y diez meses.
La NASA, en su programa de exploración marciano relanzado a finales de los noventa, ha ido aprovechando desde entonces prácticamente todas las oportunidades de viaje al planeta rojo en condiciones energéticas favorables (las próximas serán en enero de 2016 y en mayo de 2018). La misión elegida para la ocasión de 2013, la Maven, es de bajo coste (518 millones de euros) en comparación, por ejemplo, con los 1.900 millones de euros del Curiosity.
“El objetivo de la Maven es trabajar en órbita de Marte para explorar cómo el Sol pudo haber arrancado la mayor parte de la atmósfera de ese planeta convirtiendo lo que pudo haber sido en el pasado un mundo habitable para la vida microbiana en un desierto frío y yermo”, explica la NASA. “Somos la primera misión dedicada a observar la alta atmósfera de Marte y cómo ésta interactúa con el Sol y el viento solar”, recalca Bruce Jakosky, investigador principal de la misión. “Obtendremos una nueva perspectiva del planeta y la evolución de su clima, del agua líquida allí y de su habitabilidad”, añade. “Lo que queremos, en última instancia, es saber dónde se fue la atmósfera, especialmente el agua, cómo escapó y cómo ha sido Marte a lo largo de su historia”, añade el investigador Jasper Halekas.

 Para cumplir esos objetivos todo tiene que funcionar bien en la maniobra de puesta en órbita el próximo 21 de septiembre, encendiéndose los motores de la sonda (en el sentido de la marcha) durante algo más de media hora, de manera que pierda velocidad y pueda ser capturada gravitacionalmente por el planeta rojo. La Maven, con seis instrumentos científicos a bordo y 900 kilos de masa, debe colocarse, para su fase de trabajo, en una órbita muy elíptica en la que se acerque a la superficie de Marte hasta 150 kilómetros (acercándose en algunas maniobras hasta 125 kilómetros) y alejándose hasta 6.300 kilómetros y poder observar así el planeta y su tenue envoltura gaseosa en conjunto. Es una misión del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA.